Las Opiniones no son Evidencias

"Los mercados crean opiniones", señala el viejo adagio de Wall Street. Tal vez por eso es que cuando las acciones están subiendo en el mercado de valores, muchos consideran que la economía está creciendo o mejorando. No obstante, lo más probable es que los recientes incrementos en los índices bursátiles más bien sean el reflejo del “canto del cisne” que, antes de morir, canta y aletea con singular vitalidad y alegría.  

¿Los mercados crean opiniones o más bien se dejan llevar por ellas? Bueno, lo cierto es que el ser humano suele darle mucha importancia a las opiniones sin tomarse la molestia de verificar la validez de lo que se afirma o se niega. Y tenemos la tendencia a hacer lo que hacen los demás simplemente “porque lo hacen los demás”.  Interesante que la “ciencia” económica se cimente en un postulado de “racionalidad” que en la práctica no se da. Lo que se da es la codicia, la envidia y la avaricia como pasiones directamente asociadas a la acumulación de dinero.

Las implicaciones de los anterior es que las personas no suelen tomar sus decisiones económicas siguiendo los dictados de su cerebro, sino los de su estómago; lo que les nace o lo que “los expertos opinan”. ¿Las consecuencias? Deuda e improductividad.

Los mercados bursátiles están subiendo en el fondo porque las tasas de interés están muy bajas (e incluso algunas están negativas), no porque la economía mundial esté mejorando. Entonces, ¿en que invertir cuando los mercados se fundamentan en planteamientos “engañosos para generar sus valores?  El consumidor promedio sigue consumiendo y de hecho ha incrementado su consumo ante el espejismo de una deflación que en realidad no es tal. ¿Por qué? Por qué de hecho son los bienes secundarios (superficiales) los que han bajado de precio más no así los primarios (necesarios) que lo han ido incrementando progresivamente. Entonces, resulta que una pantalla led me sale ahora más barata pero la comida o colegiaturas no. Pero los demás “opinan” que hay que aprovechar las bajas tasas de interés para consumir pagando a plazos, endeudándose.

Entonces, si la cosa es consumir, ¿para qué complicarse la vida pensando en que invertir? “Invirtamos en lo que invierten los demás”, por algo lo harán. Y esa es justamente la postura que alimenta a las burbujas financieras. Las acciones suben y los precios de los bienes bajan.  ¿No hay algo muy raro en esto? Claro que habrá quien afirme que se debe a avances tecnológicos y expansión de los mercados. Pero… ¿cómo es que hay mayor demanda de bienes y no se presenta un correspondiente incremento en los precios?

 

Creo que es tiempo de que nos dispongamos a observar más y escuchar menos porque las opiniones de los mercados – y la de los expertos – no alcanzan a explicar la contradicción de las fuerzas económicas de nuestros días. Hay que observar más lo que sucede en el entorno y escuchar menos las opiniones de los que, al final del día, no nos explican por qué razón hay cada vez menos dinero circulando en la economía global.  

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