NUESTRO DINERO PIERDE VALOR DÍA CON DÍA

Cuando en la economía la tasa de crecimiento del dinero en circulación es mayor a la tasa de crecimiento de la producción de bienes y servicios se genera un gran problema de pérdida del “valor” del dinero mismo pues, con una mayor cantidad de billetes y monedas en circulación, se pretende adquirir na menor cantidad de bienes y servicios disponibles en el mismo periodo de tiempo considerado. El problema se complica cuando, además, consideramos una tasa creciente anual de “nuevos consumidores” que viene reflejada por la tasa de crecimiento poblacional en el mundo.  En concreto, en el 2015 con respecto al 2014, nacieron 86 millones de personas más, la producción mundial cayó 6% y la base monetaria creció 5% según cifras del Banco Mundial.

Entonces, mayor consumo con mayor deuda y menor producción necesariamente no pone en un serio predicamento económico a nivel mundial. Las implicaciones concretas son claras: tenemos que trabajar más para consumir lo mismo y, en el ínter, el dinero que podamos conservar – cómo ahorro – pierde su poder adquisitivo cada día. ¡Nada fácil! ¿Verdad? Y lo más preocupante no es eso, sino que la respuesta a la pregunta sobre “¿qué está haciendo la gente al respecto?”  es ¡NADA! En parte por ignorancia, en parte por desidia, el hecho es que si seguimos haciendo lo mismo – desde el punto de vista económico – obtendremos cada vez “peores resultados”.

El primer paso que hay que dar para empezar a responder a esta realidad es tomar consciencia de que no modificar nuestra manera de procesar la información económica que recibimos día con día y no proceder de una forma distinta ante ella lo único que va a generar es una creciente pérdida del valor de nuestro dinero con el subsecuente deterioro de nuestra economía familiar. Mantenernos en la actual zona de confort (resistencia a cambiar) nos va a salir cada vez más caro. Necesitamos ahorrar, y una parte de nuestros ahorros convertirlos en monedas de oro y plata y otra parte invertirlos en compañías que sean capaces de resistir el embate del colapso económico que está por venir. Profundizaremos en ambas opciones en posteriores publicaciones.