Almacenando Valor

De acuerdo con Michael Maloney (autor del libro "Guía para Invertir en Oro y Plata"), es necesario entender la diferencia entre "divisa" y "dinero" para podernos beneficiar de lo que el denomina la "transferencia de riqueza por venir". La divisa es el instrumento de intercambio de bienes y servicios que "oficialmente" (por decreto) cada gobierno establece cómo válido y legítimo en su país y que constituyen sus billetes y monedas tanto físicos como virtuales. La divisa, como tal, sirve como medio de cambio pero no como almacén de valor; el dinero, en cambio, vale por sí mismo sin que se requiera del "visto bueno" de gobierno alguno para poseer poder adquisitivo. Los ejemplos de dinero más claros (y perdurables históricamente) han sido el oro y la plata. Entonces, como señalamos en el artículo anterior, la divisa va perdiendo su poder adquisitivo en la medida en que se produce más y más indiscriminadamente y se pone en circulación en una economía. El dinero, en cambio, mantiene su valor porque su producción es limitada y su aceptación en generalizada. 

 

Con el tiempo, la divisa (dólar, euro, yuan, yen, peso...) pierde su valor porque pierde su poder adquisitivo mientras que el dinero, de manera inversamente proporcional a lo que le sucede a la divisa, incrementa su poder adquisitivo en la medida que la gente percibe que la divisa vale cada vez menos. A principios de 2008, una onza de oro valía 972.10 USD mientras que, a inicios de este 2017 se cotiza en 1,172.65 USD según información de investing.com; esto representa un incremento de 20.56% en 9 años, aparentemente poco si se considera como inversión. Pero la cuestión aquí no es contemplar ni al oro ni a la plata como instrumentos de inversión sino como "almacenes de valor". ¿A qué me refiero? A que, conforme transcurra el tiempo y la gente vaya desconfiando cada vez más del dólar (y en general, de cualquier divisa), ésta buscará cada vez más respaldar sus operaciones con oro y plata que, históricamente hablando, han sido siempre aceptadas por todos en cualquier época de la historia económica de la humanidad. Y, ¿por qué habría de desconfiar la gente, en un momento dado, de monedas cómo el dólar (que, por cierto, recientemente se ha fortalecido respecto de las divisas más importantes del mundo)? Bueno, simplemente porque cada vez hay más dólares circulando en un mundo que, en términos proporcionales, cada vez produce menos bienes y servicios. Tan simple como que, si la tasa de producción de las divisas es muy superior a la tasa de producción de los bienes y servicios que se adquieren con ellas, entonces el poder adquisitivo de esos billetes y monedas va siendo cada vez menor en la medida en que la diferencia entre las tasas sea mayor.  

 

Entonces, es sensato plantearse ahorrar (que no invertir, pues su precio, como cualquier otro activo bursatilizado, depende más de las percepciones del mercado que de su valor intrínseco real) en oro y plata para que, cuando suceda que colapse el dólar - y con él, las demás divisas en el mundo - no perdamos poder adquisitivo como invariablemente les sucederá a los que no ahorran o lo hacen en divisa. La sugerencia, pues, es que adquieran - en las cantidades que les sean posibles - procurando que sea alrededor del 10% de sus ingresos - oro y plata como monedas (o, en su defecto, como lingotes procurando evitar la joyería que es más difícil de intercambiar por mercancía) para resguardarse de un inminente colapso financiero mundial. 

 

Reitero, esto como ahorro, como inversión plantearemos opciones en sucesivas publicaciones.

 

¡Feliz y Próspero 2017! 

   

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