La Caída de un Imperio

De acuerdo con Jeff Thomas, editor del International Man Report, los rasgos que caracterizan la decadencia de un imperio son:

 

1. Las pretensiones de sus gobernantes exceden sus alcances reales.

2. Su expansión (generalmente a través de la guerra) se lleva a cabo sin un plan claro sobre cómo financiarla.

3. A medida que las facturas de la expansión se vencen, se sobrecarga con impuestos a la población sin detenerse a considerar si pueden con esa carga impositiva.

4. Los fuertes impuestos hacen que las inversiones del sector privado disminuyan y la economía comience a debilitarse.

5. Los costos de las mercancías suben, sin que los salarios lo hagan al mismo nivel.

6. Los ingresos tributarios disminuyen a medida que decrece la economía (debido a impuestos excesivos). Entonces los impuestos se incrementan una vez más, con el fin de compensar la caída en los ingresos del gobierno.

7. A pesar de todo lo anterior, los gobernantes acumulan personalmente tanto

cómo pueden obstruyendo el flujo de riqueza en la comunidad empresarial.

8. Los gobiernos emiten bonos y se endeudan para seguir financiando la “expansión” sin obtener ningún tipo de rentabilidad por ello.

9. Se imponen controles para lograr que la ciudadanía “cumpla” con las demandas del expansionismo sin detenerse a considerar que los ciudadanos tienen un límite de tolerancia impositiva.

10. El colapso económico y social se produce, a menudo marcado por disturbios y arrestos, promoviendo la huida de capitales productivos de la economía.

11. En este período final, el imperio se vuelve contra sí mismo, tratando a su pueblo como si fuera el enemigo.

Una vez que un imperio ha alcanzado la etapa descrita en el numeral ocho arriba, no hay marcha atrás. Es un "imperio muerto en vida" a la espera la dolorosa transición hacia las tres últimas etapas. Llegados a ese punto, es imprudente permanecer “a la expectativa” pensando en que las cosas van a mejorar de alguna manera por lo que lo mejor es prepararse para lo peor y actuar cuando aún es tiempo.

 

Los recientes casos de Zimbabue, Grecia y Venezuela nos llevan a recordar aquel viejo adagio de que "cuando veas las varabas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”. 

Escribir comentario

Comentarios: 0