¿En qué Invertir Mi Dinero?

De entre las – pocas – personas que suelen ahorrar, suelo escuchar la misma pregunta con frecuencia: “¿en qué invierto mi dinero ahorrado?”.  Se trata de una pregunta que ha cobrado relevancia en la última década en la que las tasas de interés son tan bajas – o incluso, negativas – que los instrumentos habituales de inversión han dejado de ser opciones reales, máxime si consideramos un entorno con tasa de inflación creciente. Entonces, ¿en qué invertir?

 

·         ¿Acciones? Si bien es cierto que llevamos casi ocho años de bonanza bursátil, la realidad es que adquirir acciones en estos momentos es más arriesgado que lo habitual. Y esto debido a que es muy probable que nos encontremos inmersos en una burbuja financiera que puede reventar en cualquier momento, provocando así una estrepitosa caída en los valores bursátiles comparable – y hasta capaz de superar – a la del 2008.

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        ¿Bonos? Dadas las actuales tasas de interés a nivel mundial, adquirir prácticamente cualquier bono (de tesoros gubernamentales o corporativos privados) implica que estés dispuesto(a) a perder dinero. Si antes, adquirir un bono era sinónimo de obtener “rendimientos libre de riesgos”, ahora, invertir en uno es el equivalente a “riesgos libres de rendimientos” así que tú dirás.  

 

·         ¿Oro? La realidad es que ya sea por manipulación, o por indiferencia de los mercados, este tradicional depósito de valor no ha generado grandes rendimientos desde la década de los setentas (cuando la inflación en EUA se disparó por encima del 5%) así que puede ser una gran idea para resguardar el valor de nuestro dinero, más no para hacerlo crecer.

 

·         ¿Criptomonedas?  Esta cada vez más popular forma de transacción respaldada por las cadenas de bloque ciertamente representan una interesante opción de inversión actualmente tomando en cuenta dos salvedades: la primera, que probablemente se halle inmersa en medio de una burbuja – similar a la del mercado de acciones – y, segunda, existen cada vez más versiones que exigen de cierta preparación para no adquirir aquellas que realmente no representarán ningún valor en el corto y mediano plazos.

¿Entonces? ¿En qué invertir nuestro dinero? La respuesta simple   - que no simplista – es: ¡en los cuatro activos!  Precisamente como las condiciones económicas mundiales son por demás inciertas, es sensato diversificar el riesgo en estos cuatro activos que se comportan bien – en lo individual – en diversos escenarios económicos. Cierto es que no es posible obtener ganancias de los cuatro tipos de activos al mismo tiempo aunque también lo es el hecho de que las ganancias de unos, compensarán mayormente las pérdidas de otros.

 

Cuando sólo invertimos en un tipo de activos corremos el riesgo de que, cuando se presente el escenario económico que les resulta adverso, entonces nuestras pérdidas serán totales o, por lo menos, cuantiosas. Entonces la clave radica en tener por lo menos un activo que se comporte bien en determinado entorno económico aunque lo haga mal en otro pues, para el otro, contaremos con un activo que se desempeñe bien justamente en ese entorno.

 

 

Invertir inteligentemente se opone a invertir emocionalmente, por eso soy un convencido de que se requieren de dos inteligencias para ser un inversionista exitoso: la financiera, para saber cuáles activos y cuando comprarlos-venderlos y la emocional, para poder hacerlo sin dejarnos ganar por el entusiasmo o por el miedo. 

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