LA PAVOROSA INERCIA

En términos de salud, dinero y amor, pocas cosas son tan “pavorosas” como el vivir de manera inercial, es decir, en piloto automático, en un plano tan inconsciente que apenas y nos damos cuenta de cómo transcurren los días. Comemos, gastamos y nos relacionamos de manera negligente porque no nos tomamos la molestia de planear y disciplinarnos con lo que no es de extrañar que nos encontremos en niveles ordinarios de insatisfacción.

 

No nos sentimos bien físicamente, no nos alcanza el dinero y nuestras relaciones más importantes han caído presa de la rutina y monotonía. Y, ¿qué hacemos al respecto? En realidad, nada.

 

Seguimos con las mismas prácticas y obtenemos los mismos resultados que nos generan la misma sensación de vacuidad y enfado. Hemos olvidado que, en buena medida, la vida se trata de hacer realidad una serie consecutiva de sueños y metas que nos hagan ilusión. Nos hemos conformado con sobrevivir a base de renunciar consistentemente a la posibilidad de sobresalir.

 

Y pasan las horas, los días, los meses y los años sin que logremos, si quiera por un momento, la experiencia de dicha y satisfacción porque nos mantenemos sin planear y sin disciplinarnos. Irresponsablemente nos negamos la experiencia de una mejor salud, situación financiera y comunicación con nuestros seres queridos al amparo de la “falta de tiempo” o de energía para hacerlo. Claro está, con el tiempo, nuestra salud, situación financiera y comunicación empeoran.

 

Es fundamental dar un giro inmediato a nuestra manera de vivir a base de realizar un cambio en nuestra manera ordinaria de proceder para poder conquistar nuestra libertad y mejorar nuestra situación. Y no importa que tan pequeño – de inicio – pueda parecer el cambio, hay que generarlo ¡ya! Así que, ¿por qué no comenzar por, por ejemplo, reducir nuestro consumo de carbohidratos en nuestras comidas; comenzar a ahorrar cada semana lo que me gasto en caprichos; compartir algo nuevo con las personas que amamos. ¿Por qué no? Ahora. Nuestra experiencia de vida puede cambiar sustancialmente para bien con estos “pequeños” cambios que, a la larga, generarán grandes resultados de los cuáles son sentiremos orgullosos y entusiastas.

 

 

La inercia es en verdad pavorosa porque, como afirmara Norman Cousins: “la verdadera tragedia de la vida no es la muerte, sino aquello que muere en nosotros mientras vivimos.”  

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