TU FORMA DE SER CON LOS DEMÁS

 

Como ya hemos comentado, uno de los valores expuestos de manera especial en estos tiempos de pandemia es el valor de la familia y, en general, de nuestras relaciones más importantes. Al estar confinados, tenemos a la vez la oportunidad y el desafío de convivir más tiempo, más de cerca y más intensamente con nuestros seres queridos. Aunque, al tratarse de tiempos difíciles, la experiencia del estrés y la preocupación pueden incrementar la tensión en el trato y su repercusión puede ser negativa si no nos planteamos niveles de atención superiores a los que cotidianamente tenemos.

 

Y, en concreto, nos referimos a dos tipos de atención que hemos de estar procurando de manera cuidadosa en lo que resta del confinamiento. La primera tiene que ver con prestar atención habitual a cómo nos sentimos y, la segunda, a cómo se sienten los demás. Prestaremos especial atención a cómo nos sentimos para anticipar posibles conflictos con aquellos con los que cohabitamos y para evitar a toda costa desquitarnos con ellos. Y prestaremos también atención a como se sienten ellos para incrementar nuestros márgenes de tolerancia y no personalizar su malestar.

 

Esto de ordinario es importante procurarlo en todas nuestras relaciones, pero lo es más aun en estos momentos en los que los roces y malentendidos pueden sumarse a las preocupaciones, aburrimiento y desgaste físico y mental asociados al encierro forzado en el que muchos nos encontramos. Si hemos procurado seguir las estrategias planteadas en lo temas anteriores referente a cuidar nuestra manera de comer, de respirar, de descansar, así como las asociadas a ganar más, gastar menos e invertir más, entonces nos encontraremos física y psicológicamente en condición de poder poner más atención a los demás.

 

Entonces, ¿que implica poner atención a cómo nos sentimos nosotros y a cómo se sienten los demás? Bueno, en primer término, implica que, si descubrimos que nos sentimos mal (cansados, preocupados, frustrados, molestos…) entonces procuramos un pertinente desahogo de nuestro malestar para evitar que este se acumule y termine desbocándose sobre los demás. Esto se puede lograr haciendo ejercicio, ponerse a escribir, rezar pidiendo a la divinidad un cambio en nuestro ánimo y humor; puede ser realizando alguna actividad que nos relaje o despeje la mente…cada quién habrá de descubrir que le funciona mejor para desahogarse y reducir significativamente su nivel de tensión y poder retomar su atención hacia los demás.

 

Ahora bien, al poner atención a los demás, podemos anticipar o, al menos percibir en el momento, el estado emocional de los demás y convertirnos en su opción para desahogarse con nosotros y ayudarles con nuestra escucha atenta, un apapacho, invitarle a realizar una actividad que sabemos que le gusta, evitar aquello que le disgusta y hacerles preguntas pertinentes que fomenten un proceso reflexivo en su interior.

 

Es importante tener presente que, si bien todos tenemos nuestros malos momentos, lo fundamental de fondo para la experiencia de nuestra propia paz interior es como decidimos proceder con los demás independientemente de cómo son los demás con nosotros. Parafraseando a Eleonor Roosvelt, “nadie puede herirte sin tu consentimiento”, podemos agregar que tampoco nadie puede edificarte sin él. Es decir, lo que al final es relevante en nuestra manera de ser con los demás es nuestra manera de ser con nosotros mismos. Es nuestro diálogo interno, al final del día, el que determina el tipo de diálogo – o discusión – que entablamos con los demás. Son nuestras propias ilusiones o frustraciones las que proyectamos hacia los demás.

 

En definitiva, mejorar nuestra forma de ser con los demás requiere que incrementemos nuestro nivel de atención a como somos y como hemos de proceder mental y físicamente a partir de ahora. Y como referencia de ello, me hago eco de los maravillosos planteamientos de Lois Hay recogidos en su ampliamente recomendado libro TU PUEDES SANAR TU VIDA:

 

Lo que creemos acerca de nosotros mismos se convierte en la verdad para nosotros. Creo que todos, incluyéndome a mí, es ciento por ciento responsable de todo lo que ocurre en nuestra vida: lo mejor y lo peor. Cada pensamiento está creando nuestro futuro. Cada uno de nosotros creamos nuestras experiencias a través de nuestros pensamientos y sentimientos. Lo que pensamos y las palabras que pronunciamos crean nuestras experiencias.

 

Creamos las situaciones y luego entregamos nuestro poder al culpar a la otra persona de nuestra frustración. Ninguna persona, ningún lugar y ninguna cosa tiene poder sobre nosotros, ya que “nosotros” somos los únicos pensadores en nuestra mente (…) Cuando creamos paz y armonía y equilibramos nuestras mentes, lo encontramos en nuestra vida.

 

 

¡Hasta la Próxima! 

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Comentarios: 5
  • #1

    Carlos (miércoles, 01 julio 2020 13:56)

    Muy cierto todo, gracias y felicidades!

  • #2

    Jose luis Valdes (miércoles, 01 julio 2020 14:25)

    Como lo señalaste en otro de tus muy interesantes capítulos.., es opción de uno mismo, sentirse o no insultado o menospreciado..
    Muy buen artículo felicidades Andres y gracias por regalarnos estas gotas de Sabiduría..

  • #3

    Norma (miércoles, 01 julio 2020 16:59)

    Me llena tanto el leer o escuchar lo que nos compartes, y eso a llegado a mi en el momentos justo, para compartirlo con mi familia!
    Gracias, Gracias, Gracias!

  • #4

    Rosario (miércoles, 01 julio 2020 22:23)

    Excelente información y reflexión, como siempre.
    Agradecida infinitamente por tu compartir! �

  • #5

    Andrés Mares (viernes, 03 julio 2020 12:14)

    Carlos, José Luis, Norma y Rosario ¡Muchas Gracias por sus amables comentarios!