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LEY DE LA UNIDAD

 

Todos compartimos un mismo origen, un mismo sustento y fin: Dios. EL QUE ES constituye el fundamento de todo lo que es y en ese sentido hemos de descubrirnos en unidad con toda la creación. Para captar este principio se requiere de un elevado nivel de conciencia y sensibilidad; se requiere de la aplicación de las demás leyes para poder ser congruente y consecuente con esta. Y, ¿qué implicación puede tener esta ley en la vida ordinaria? Un cambio de percepción revela que todos somos como las hojas que forman parte del mismo árbol, entonces, bajo esta perspectiva pierde sentido el estarnos comparando unos con otros por lo que el ánimo de competencia y rivalidad han de desaparecer.

 

Aplicar la ley de la Unidad implica llevar el amor y el servicio a su nivel superior, al nivel de amar y servir a Dios a través de los demás. La experiencia de la unidad solo es posible a través de la gracia, no es algo que se pueda comprender a nivel del intelecto. Se requiere pues de una disposición del corazón y la voluntad pues esta realidad está fuera del alcance de nuestra inteligencia; requiere adherencia de nuestra parte, no comprensión.  

 

Cuando comienzas a ver a amigos y adversarios, queridos y extraños, a través de los ojos del Ser que unifica, entonces todos los dilemas y los conflictos se disuelven, todas las heridas se curan, y toda paradoja es resuelta a la Luz de esta verdad existencial.  Este es el final de toda búsqueda, porque tú eres parte de todo el mundo y todos los lugares y personas forman parte de tu experiencia de ser. Es el fin de cualquier miedo, porque te aferras a esa verdad viviente que eres uno con la humanidad, y con la eternidad. En la Unidad están inscritas todas las Leyes Espirituales: un estado de equilibrio y ecuanimidad, una fe perfecta en las elecciones que haces y en el proceso de tu vida, la paciencia necesaria mientras andas paso a paso en el presente eterno, la compasión por todos los demás que contienen aspectos de tu propio ser. Aquí las dudas son superadas, y todas las acciones brillan con integridad.

 

Cuando te abras a la experiencia de la Unidad, sabrás todo lo que hay que saber para poder servir a los demás de acuerdo con sus requerimientos. Alinear tu vida con la Ley de la Unidad cambia todo incluso cuando parece lo mismo. Vives una vida ordinaria, pareces una persona normal, pero el mundo se vuelve infinitamente más dulce, más intenso, bonito, divertido, y placentero porque le perteneces y te pertenece, porque los demás esperan descubrirse con la luz de tu entrega, porque amas a los demás como a ti mismo y en eso conocerán que somos todos, a fin de cuentas, hijos del mismo Dios.

 

De vez en cuando fíjate bien en algo que no esté hecho con las manos: una montaña, una estrella, la curvatura de un río. De allí vendrá hacia ti la sabiduría y la paciencia, y por encima de todo, la seguridad de que no estás solo en el mundo.

Sidney Lovett

 

 

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